Preocupaciones globales sobre la salud pública
Está claro que el deterioro ambiental tiene una relación directa con la salud humana y afecta el bienestar de las personas, así como el riesgo de enfermar y morir prematuramente. En los últimos años, de hecho, cada vez más estudios se han centrado en la estrecha relación que existe entre la salud y el medio ambiente. Los daños a la salud causados por la contaminación ambiental, debido a los efectos combinados de varios contaminantes y al deterioro de los sistemas naturales de la Tierra que sostienen la vida humana, corren el riesgo de revertir los buenos resultados de salud que se han logrado gracias a los avances en prevención y cuidados médicos.
Los escenarios en los que vivimos, desde la rápida globalización hasta los ciclos productivos insostenibles, han provocado una auténtica emergencia debido a la contaminación de las «matrices ambientales» (o «componentes ambientales», es decir, las categorías de elementos físicamente identificables que componen el medio ambiente y, por tanto, el conjunto de las estructuras complejas de los estados de la materia: gaseoso, líquido y sólido) y la cadena alimentaria. Los factores que originan las emisiones a la atmósfera han cambiado con el tiempo, especialmente en relación con el consumo de energía; el principal determinante de los contaminantes atmosféricos y los gases de efecto invernadero es el uso de energía, especialmente aquella proveniente de fuentes fósiles (petróleo, gas natural, carbón) en la producción de energía, la industria y el transporte. De este uso derivan:
- El particulado, por un lado, es el principal gas de efecto invernadero y, por otro, en forma de nubes, aumenta el albedo disminuyendo la energía radiante absorbida.
- El ozono troposférico, como todos los gases de efecto invernadero, es relativamente transparente a la radiación solar entrante sobre la Tierra, pero retiene de manera consistente la radiación infrarroja emitida desde la superficie terrestre, la atmósfera y las nubes.
- El metano, emitido principalmente por la agricultura y los sectores de la energía y la gestión de residuos, es un gas de efecto invernadero incluido en el protocolo de Kioto y contribuye a la formación de ozono troposférico.
El transporte por carretera es la principal fuente de emisión de NOx y la segunda fuente de emisión de partículas finas (PM10 y PM2,5). La primera fuente emisora de PM10 es, sin embargo, el sector residencial, incluido el terciario. En Italia, además del transporte, el sector de la construcción se destaca por su significativo consumo energético y un volumen de emisiones que lo convierte en una de las principales fuentes de CO2 nacionales (además de ser un generador de residuos que representa una cuarta parte del total producido en el país).
Además, la contaminación y la exposición a agentes biológicos (cualquier microorganismo, incluso si está genéticamente modificado, cultivos celulares y endoparásitos humanos que podrían provocar infecciones, alergias o intoxicaciones) presentes en los alimentos y el ambiente son fenómenos comunes con los que debemos lidiar. Los daños asociados a la contaminación global son incalculables: aumentan las patologías crónicas-degenerativas, neoplásicas e inflamatorias, las disfunciones reproductivas y las enfermedades infecciosas.
Esta situación pone en peligro no solo a toda la población humana, sino también a la biosfera (la parte de la Tierra que tiene las condiciones necesarias para la vida animal y vegetal) y las generaciones futuras, lo que conlleva una reducción de la esperanza de vida en buena salud, un aumento de la mortalidad infantil por causas evitables y una creciente brecha social.
La contaminación ambiental desempeña un papel importante en el aumento de la incidencia de numerosos problemas infantiles, defectos congénitos e infecciones respiratorias. No es una afirmación sorprendente, basta con pensar que desde 1950 hasta hoy se han sintetizado 140.000 sustancias químicas y pesticidas, y que más de 5.000 de estas se producen en grandes cantidades y se dispersan en el ambiente. Sustancias que causan daños incalculables durante el período preconcepcional y concepcional, durante el desarrollo fetal y a lo largo de la delicada infancia y adolescencia, creando las condiciones para el desarrollo de graves enfermedades en la vida adulta. En los primeros 1.000 días de vida (el período que abarca la concepción, el embarazo y los primeros años de vida), el ambiente ejerce una profunda influencia sobre el crecimiento, el desarrollo emocional y el aprendizaje del niño. En particular, según la OMS y la ERS (Sociedad Respiratoria Europea), está ampliamente reconocido el vínculo causal entre la exposición a la contaminación del aire y los siguientes efectos en los niños:
- Mortalidad infantil y SIDS (muerte súbita infantil);
- Reducción de la funcionalidad pulmonar;
- Mayor riesgo de desarrollar enfermedades respiratorias (asma, infecciones de las vías respiratorias, etc.);
- Mayor susceptibilidad a los daños del envejecimiento;
- Mayor susceptibilidad a los daños causados por el tabaco;
- Sensibilización alérgica.
Por ello, en las últimas décadas, en el campo de la investigación científica sobre el medio ambiente y la salud, se ha subrayado la urgencia de abordar temas como el crecimiento de la población mundial, el aumento de la contaminación ambiental en todo el mundo, el calentamiento global, los cambios climáticos y el impacto ambiental que esto conlleva.
De estos elementos también surge la preocupación por los riesgos ambientales, como la escasez de agua potable, la reducción de la producción agrícola y la propagación de enfermedades infecciosas, problemas que ya están causando desnutrición, muerte y migración hacia los países más afortunados en las naciones más pobres.
La Organización Mundial de la Salud habla de «injusticia ambiental» para resaltar que los países más desarrollados y económicamente sólidos se benefician de las actividades que generan degradación, contaminación y crisis climática, cuyos efectos recaen principalmente sobre los grupos más pobres y desfavorecidos.
Degradación ambiental: un problema mundial
Las preocupaciones sobre las condiciones del medio ambiente tienen raíces históricas profundas, pero han alcanzado, sobre todo entre la gente común, un nivel hasta ahora inimaginable. El calentamiento global progresivo ha contribuido a causar numerosos eventos catastróficos en diversas áreas del planeta. Las imágenes de muchas de estas catástrofes han llegado a todos los hogares: árboles caídos por tormentas, inundaciones en varias partes de Italia y en muchas otras partes del mundo, incendios, el deshielo de los glaciares y la criosfera, sequías y tormentas de arena y polvo son solo algunos de los eventos catastróficos de los que hemos sido testigos en estos últimos años.
No se trata solo de fenómenos naturales extremos, sino que también son el resultado de prácticas de desarrollo humano insostenibles y del generalizado y universal desprecio por la naturaleza. El medio ambiente se contamina por nuestras actividades, por las sustancias que se liberan al aire, al agua y al suelo, y que se acumulan en los alimentos que consumimos y en nuestro propio cuerpo.
Las actividades que más contribuyen a esta contaminación son las industriales, la ganadería y las prácticas agrícolas no sostenibles (intensivas y basadas en el uso de productos químicos), el tráfico vehicular, las emisiones de los entornos urbanos (calefacción y refrigeración de los edificios), así como la gestión y disposición de la enorme cantidad de residuos que producimos a diario. También nuestras decisiones de vida individuales pueden influir: cómo calentamos nuestras casas, cómo nos movemos, cuántas sustancias tóxicas usamos para desinfectar, limpiar, desinfectar, cuántos medicamentos usamos y desechamos, etc.
Las sustancias contaminantes afectan no solo la salud de los seres humanos, sino también la de las plantas, los insectos y los animales con los que compartimos el ecosistema. Debemos preocuparnos y convertirnos en una parte activa del proceso de cambio necesario para revertir esta situación y dejar a nuestros hijos y nietos un mundo habitable.
REDUCIR LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL
El primer y más potente de los mecanismos de defensa frente al riesgo de la contaminación ambiental consiste en reducir las emisiones de sustancias contaminantes al ambiente.
Los gobiernos nacionales y las instituciones supranacionales (por ejemplo, el Consejo de Europa, la Agencia Europea de Medio Ambiente, la OMS, etc.) deben desempeñar un papel principal como garantes: deben definir niveles mínimos estándar (siguiendo el principio de precaución) para la salvaguarda ambiental y el control de la contaminación, y hacerlos cumplir.
Los estándares deben aplicarse de manera oportuna, coherente y equitativa por parte de todos los responsables (como la industria, empresas privadas y públicas, agricultura, ganadería, administraciones nacionales, regionales y locales), no se deben permitir más excesos ni excepciones a los límites legales.
Aunque la nueva normativa (directiva 2008/50/CE) representa un avance hacia la reducción de la contaminación atmosférica en Europa, al ser la primera directiva que incluye límites de concentración ambiental para el PM2,5, importantes científicos especializados en salud ambiental han señalado que la evidencia científica actual requiere estándares mucho más rigurosos: «El nuevo límite impuesto para el PM2,5 no es capaz de proteger la salud pública».
Las políticas de gestión del aire son, por lo tanto, fundamentales. Basta pensar que una reducción de 10 microg/m3 en la concentración ambiental de PM2,5 conlleva un aumento en la esperanza de vida, que varía, según los estudios, de 7 meses a más de un año.
Es necesario que los administradores adopten todas las medidas posibles para reducir la concentración de las partículas finas y la contaminación en general de manera estable. Muchos municipios italianos ya están logrando excelentes resultados mediante la creación de caminos peatonales casa-escuela y carriles bici, la adopción de reglamentos correctivos y mejorativos para la edificación bio-ecosostenible, los financiamientos a la agricultura ecológica y la limitación del uso de fitosanitarios.
El objetivo de estas acciones es preservar la integridad física, química y biológica del ecosistema, con la máxima protección de la salud pública y del medio ambiente. Sin un compromiso fuerte a nivel general, no es imaginable que se pueda reducir el calentamiento global, el deshielo de la criósfera y la contaminación por partículas, sustancias químicas, radiaciones electromagnéticas, etc.
También cada uno de nosotros puede hacer mucho para reducir la contaminación de la naturaleza, especialmente tanto para reducir las emisiones de sustancias contaminantes como para disminuir nuestro nivel de exposición.
A continuación, algunas buenas prácticas diarias:
- Utilizar lo menos posible el automóvil, moverse más a pie y en bicicleta. Limitar los viajes aéreos solo a distancias largas, privilegiando el uso del tren y los medios de transporte colectivos.
- Producir menos residuos (su eliminación contribuye de manera significativa a la contaminación atmosférica).
- Comprar objetos duraderos y, cuando ya no sean necesarios, intercambiarlos o regalarlos en lugar de tirarlos.
- Evitar productos con envases excesivos, abolir el uso de plásticos de un solo uso y reducir su uso tanto como sea posible.
- Beber agua del grifo siempre que sea posible (es más controlada y permite una drástica reducción del consumo de botellas de plástico, que liberan compuestos peligrosos).
- Usar detergentes y cosméticos naturales.
- Consumir productos de temporada, orgánicos y locales (poca carne, especialmente la de ganado).
Y para la gestión consciente del hogar:
- Separar correctamente los residuos.
- Utilizar fuentes de energía renovables.
- Mantener una temperatura de calefacción en el hogar no excesivamente alta. Evitar el uso de aire acondicionado en verano siempre que sea posible.
- En caso de realizar una reforma en la vivienda, adoptar sistemas de aislamiento térmico para el edificio e instalar ventanas aislantes.
- Evitar quemar biomasa o otros materiales. En caso de necesidad, utilizar solo sistemas de alta eficiencia tecnológica.
- Preparar detergentes caseros con productos naturales como vinagre, aceite, sal (hay excelentes recetas disponibles en línea).
No utilizar sustancias químicas sintéticas en el jardín o huerto (se puede fertilizar el suelo con productos naturales o producir compost con los residuos orgánicos).
Si es posible, aumentar la vegetación (setos, paredes y techos verdes, jardines, etc.) alrededor de la vivienda.
CONCLUSIONES
Ya existen suficientes pruebas sobre la relación entre la contaminación ambiental, la crisis climática y los daños a la salud humana, por lo que no se puede seguir posponiendo la toma de medidas por parte de las instituciones y de los ciudadanos.
La única solución para limitar los efectos de una contaminación cada vez más invasiva es la prevención primaria, es decir, la drástica reducción tanto de la producción e introducción al medio ambiente (biosfera y cadenas alimentarias) de sustancias contaminantes, como de la exposición individual a dichos contaminantes, con especial atención, como hemos visto, a las mujeres y hombres en edad fértil, mujeres embarazadas y niños en los primeros mil días de vida.
Es evidente que se necesita una fuerte asunción de responsabilidades por parte de los Gobiernos e Instituciones, para intervenir en las fuentes de emisiones y llevar adelante, junto con médicos, farmacéuticos y otros profesionales de la salud, intervenciones de información basadas en estudios científicos independientes. Todo esto podría contribuir a reducir la contaminación y los riesgos para la salud humana y, en particular, para la salud infantil y la de las generaciones futuras.
Es urgente modificar nuestros comportamientos y nuestras elecciones para evitar la irreversibilidad de la crisis climática, y hacer los ambientes de vida más adecuados para todos los seres vivos, para las mujeres y los hombres.
¿Hasta cuándo podremos seguir fingiendo que no vemos o no sabemos?