Uno de los factores de riesgo de la diabetes y las enfermedades cardiovasculares es el síndrome metabólico: una afección compleja y aún poco conocida que suele ser consecuencia de un estilo de vida incorrecto.
En los países desarrollados es un problema muy extendido en la población general que va de la mano de la obesidad, en particular, de la obesidad abdominal. En Italia, se calcula que aproximadamente uno de cada cuatro adultos (a partir de 45-50 años) está afectado por el síndrome metabólico, con un riesgo que aumenta con la edad, pero que también se observa que crece rápidamente en la edad pediátrica y en la adolescencia. Para reconocer el Síndrome Metabólico uno de los indicios más importantes es la presencia de obesidad visceral, es decir, la acumulación de grasa en el abdomen.
¿Cómo reconocer un posible síndrome metabólico?
De hecho, el síndrome metabólico se diagnostica (según la IDF, 2005) cuando se produce un aumento del perímetro abdominal junto con dos o más de los siguientes factores:
– Circunferencia abdominal ≥94 cm en los varones y ≥80 cm en las mujeres.
– Tensión arterial ≥130/85 mmHg o en tratamiento médico.
– Glucemia en ayunas >100 mg/dl o diabetes conocida
– Trigliceridemia ≥150 mg/dl
– HDL-colesterol <40 mg/dl en los hombres y <50 mg/dl en las mujeres
Para reconocer el síndrome metabólico, uno de los indicios más importantes es la presencia de obesidad visceral, es decir, la acumulación de grasa en el abdomen. Esta afección también incluye la «resistencia a la insulina», que consiste en la disminución de la capacidad de nuestras células, en particular las del tejido muscular y adiposo, para responder correctamente a la acción de la insulina y utilizar la glucosa como fuente de energía.
Todo esto implica:
– Menor utilización de la glucosa por los músculos;
– Aumento de la producción en el hígado;
– Aumento de los niveles circulantes de ácidos grasos que, en el hígado, provocan un aumento de la producción de triglicéridos, colesterol LDL (colesterol malo) y una reducción del colesterol HDL (colesterol bueno).
¿Cuáles son las causas del síndrome metabólico?
El síndrome metabólico es una afección compleja, caracterizada por una combinación de alteraciones metabólicas, por lo que puede tener múltiples causas.
Sin embargo, las más recurrentes son, sin duda, una dieta rica en grasas saturadas y alimentos con un alto índice glucémico, junto con un estilo de vida sedentario, resistencia a la insulina (responsable de la predisposición a la diabetes), hipertrigliceridemia, hipertensión, alteraciones de la microbiota intestinal; la obesidad y la predisposición genética también desempeñan un papel importante.
Veamos la correlación entre microbiota y síndrome metabólico: nuestra dieta también influye en la composición de la flora intestinal (microbiota) que, cuando está formada por una gran variedad de especies bacterianas y una relación saludable entre ellas, favorece el correcto aprovechamiento de la energía de los alimentos y la integridad de la mucosa intestinal. Si la composición de la microbiota intestinal se altera como consecuencia de una dieta incorrecta, aumentan las bacterias que favorecen la absorción de las grasas y azúcares ingeridos y producen sustancias inflamatorias que pasan al torrente sanguíneo. Todo ello puede conducir a la alteración de los parámetros metabólicos típicos del síndrome metabólico.
¿Cuáles son las consecuencias del síndrome metabólico?
Como ya se ha mencionado, el síndrome metabólico está asociado al sobrepeso y a la obesidad, la acumulación de grasa abdominal, la resistencia a la insulina y a un estado inflamatorio de bajo grado. En estas condiciones, el hígado recibe un exceso de nutrientes y moléculas inflamatorias que no puede manejar eficientemente, perdiendo su capacidad como «regulador metabólico». Se activa así un círculo vicioso que, con el tiempo, puede comprometer el estado general de salud, aumentando el riesgo no solo de diabetes y enfermedades cardiovasculares, sino también de esteatosis, SOP (síndrome de ovario poliquístico), insuficiencia renal, hiperuricemia, SAOS (síndrome de apnea obstructiva del sueño), etc.
Excluyendo a las personas con problemas evidentes como la diabetes, la obesidad y la hipertensión, es raro asociar un poco de «bacon» con niveles elevados de grasa en sangre y alteraciones de la tensión arterial; mucho menos nos inclinamos a pensar que puedan tener consecuencias tan importantes.
Deberíamos prestar más atención a estos parámetros. La coexistencia de varias alteraciones, aunque sean leves, aumenta considerablemente el riesgo de complicaciones mucho más graves.
Es bueno recordar que la principal intervención para prevenir este tipo de problemas empieza por elegir una dieta correcta y cambiar el estilo de vida.
¿Qué hacer para prevenir y tratar el síndrome metabólico?
Una dieta sana junto con un buen estilo de vida (no fumar, no beber alcohol), actividad física regular (al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico, 3-5 veces por semana), control del peso corporal y, en concreto, del perímetro abdominal son la base de la prevención y el tratamiento del síndrome metabólico.
No existen fármacos específicos para el tratamiento del síndrome metabólico, aparte de las intervenciones dietéticas y de estilo de vida.
El médico suele intervenir prescribiendo un tratamiento farmacológico para controlar individualmente la hipertensión arterial, reducir el colesterol y los triglicéridos o disminuir la glucemia en función de los parámetros alterados con respecto a la norma.
Conclusiones
Prevenimos el síndrome metabólico recordándonos todos los días que debemos comer de forma sana y consciente, realizar actividad aeróbica y de resistencia para evitar el sobrepeso y la obesidad, especialmente en el abdomen.