Uno de los primeros síntomas de deshidratación es la sensación de tener la boca seca.
Si la deshidratación aumenta, se secan también la piel y las mucosas (incluso las de los ojos), y aparece una sensación de cansancio, dolor de cabeza, vértigo postural (al estar de pie), calambres musculares, dificultad para tolerar el calor, apatía, enrojecimiento de la piel, reducción del apetito.
Si la condición se agrava, se pueden presentar vértigos, náuseas y vómito, taquicardia, incapacidad para concentrarse e incluso pérdida de conciencia.