Los trastornos del sueño en la infancia y en la adolescencia pueden tener efectos negativos en el desarrollo cognitivo, el estado de ánimo, la capacidad de atención y el comportamiento del niño (irritabilidad, agresividad), así como en la calidad de vida en general.
Los padres también se ven afectados por la falta de sueño y el estrés generados por el manejo del problema.
Es por esto que es importante consultar al pediatra.