Los medicamentos vasoconstrictores son sustancias que reducen el flujo de sangre en la mucosa nasal.
Su efecto dura solo unas horas y es seguido por una vasodilatación (es decir, un aumento del flujo de sangre) más intensa que aquella previa al uso del fármaco.
Por tanto, al desaparecer el efecto del medicamento, la nariz está más «tapada» que antes.
Los vasoconstrictores privan la mucosa nasal de sangre, y por tanto del oxígeno necesario para defenderse de los agresores y recuperarse de la inflamación, y de prolongarse la situación, le generan daños muy serios.
Su uso no es recomendable.