Las islas de calor son áreas urbanizadas que experimentan temperaturas más altas que las zonas suburbanas. Las estructuras (edificios, carreteras y otras infraestructuras) absorben y reemiten el calor del sol mucho más que los paisajes naturales, por ejemplo, las zonas verdes (bosques, parques, selvas) o las superfícies de agua (por ejemplo, un lago, embalse, arroyo, río o canal, o una franja de agua costera). Las zonas urbanas, donde la vegetación es limitada, el hormigón impide que el agua de la lluvia vuelva al suelo, y donde hay muchas estructuras, se convierten en «islas» con temperaturas más altas que las zonas suburbanas. La presencia de zonas verdes contribuye a la bajada de las temperaturas mediante la evaporación del suelo y la transpiración de las plantas y, en el caso de los árboles altos, la sombra.