Son procesos educativos que deben llevar a cabo los padres y pueden ayudar a que el niño madure la capacidad de «dormirse» solo y mantener un sueño regular.
Antes de decidir qué hacer, es necesario consultar con el pediatra los cambios que se deben adoptar.
El proceso educativo debe adaptarse a las necesidades del niño y a la «fuerza» de los padres (capacidad de resistencia y deseos de cambiar realmente las cosas).
Este proceso se debe llevar a cabo estableciendo metas graduales, para lo cual es necesario definir un pequeño objetivo y una vez alcanzado, fijar otro.
Son procesos muy eficaces.