El riesgo cardiovascular indica la tendencia de cada persona a padecer una enfermedad del corazón o de los vasos sanguíneos en función de la presencia o ausencia de determinadas causas.
¿Por qué es importante interesarse por la salud del corazón?
La salud del corazón y de todo el sistema circulatorio es fundamental para todo el organismo porque el corazón es el motor de la vida, trabaja las 24 horas del día y se contrae sin cesar, bombeando sangre por los vasos sanguíneos y proporcionando así a todas nuestras células su elemento vital: el oxígeno.
Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en nuestro país y constituyen una importante fuente de discapacidad que lastra la calidad de vida de las personas, así como el gasto sanitario.
La enorme propagación de estas enfermedades se explica por la creciente prevalencia de estilos de vida poco saludables, lo que requiere intervenciones educativas adecuadas y un compromiso personal dirigido a reducir el riesgo de padecer enfermedades y eventos cardiovasculares «mayores» (ictus e infarto de miocardio en particular).
Es importante intervenir a tiempo: prevenir significa corregir el estilo de vida cuando uno aún está sano o no tiene dolencias evidentes. Las enfermedades cardiovasculares se desarrollan durante años de forma silenciosa, y solo manifiestan síntomas cuando ya están en una fase avanzada.
Prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares solo es posible reduciendo el propio «riesgo cardiovascular global». Detectar el propio índice de riesgo cardiovascular es un elemento muy útil y constituye el primer acto de una correcta prevención. De hecho, conocer adecuadamente la propia situación permite orientar mejor las opciones de estilo de vida que mejor garantizan la protección contra las enfermedades cardiovasculares, y si uno descubre que tiene un riesgo elevado, tiene un buen motivo para consultar a su médico.
Los factores de riesgo cardiovascular son aquellas condiciones que aumentan la probabilidad de desarrollar una enfermedad del sistema cardiovascular y de sufrir un acontecimiento grave, como un infarto de miocardio o un ictus. Se dividen en «no modificables» y «modificables».
Factores de riesgo no modificables
No podemos intervenir porque escapan de nuestro control.
– EDAD: a medida que envejecemos, nuestro riesgo cardiovascular aumenta progresivamente.
– SEXO: en general, los hombres corren más riesgo a cualquier edad, mientras que las mujeres deben tener especial cuidado después de la menopausia.
– FAMILIA: si tenemos familiares de primer grado (padre, madre, hermana, hermano) que han tenido eventos cardiovasculares a una edad temprana (hombres menores de 55 años y mujeres menores de 65), tenemos una mayor probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular.
Factores de riesgo modificables
Pueden ser reversibles, de hecho revisando nuestros comportamientos podemos reducirlos o eliminarlos, ayudando así a prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares.
– COLESTEROL: es una sustancia fundamental para el organismo, está presente en todas las células de órganos y tejidos y desempeña numerosas funciones útiles: es un constituyente indispensable de las membranas celulares, es la sustancia básica para la síntesis de hormonas y la producción de vitamina D, y también se utiliza para la producción de ácidos biliares que hacen que los lípidos sean absorbibles por el intestino. En condiciones normales, existe un equilibrio entre la cantidad de colesterol producida e introducida (total) y la utilizada y eliminada. Los factores genéticos (hipercolesterolemia familiar) o los estilos de vida poco saludables (por ejemplo, una dieta rica en grasas) provocan una alteración de este delicado equilibrio, lo que se traduce en un aumento del colesterol sanguíneo que, en presencia de otros factores (niveles elevados de triglicéridos, diabetes, hipertensión), incrementa el riesgo cardiovascular (por ejemplo, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular). Los niveles óptimos de colesterol total no deben superar los 200 mg/dl.
Una dieta rica en grasas, hidratos de carbono (azúcar, pan, pasta) o alcohol provoca un aumento de los niveles sanguíneos de triglicéridos, a menudo asociado a un colesterol LDL elevado y un colesterol HDL bajo. Es importante mantenerlos en valores «normales», es decir, por debajo de 150 mg/dl. Por lo tanto, es esencial controlar los niveles sanguíneos tanto de colesterol como de triglicéridos para reducir el riesgo cardiovascular potencial, especialmente en conjunción con otros factores predisponentes.
– HUMO: aporta numerosos agentes nocivos y cancerígenos. La nicotina sobrecarga el corazón y aumenta el riesgo de trombosis; el monóxido de carbono reduce la cantidad de oxígeno que llega a los órganos y tejidos. Años después de dejar de fumar, el riesgo cardiovascular se reduce significativamente. Nunca es demasiado tarde para dejarlo.
– HIPERTENSIÓN ARTERIAL: Al igual que el colesterol elevado, la hipertensión no da síntomas pero, actuando a tiempo y siguiendo un estilo de vida adecuado, es posible mantenerla dentro de valores normales. Se consideran valores óptimos los inferiores a 120 mmHg para la máxima y 80 mmHg para la mínima.
– DIABETES: enfermedad crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre (hiperglucemia) y debida a un deterioro de la cantidad o la función de la insulina (hormona que regula los niveles de glucosa en sangre). Si no se trata a tiempo y adecuadamente, la diabetes favorece el endurecimiento de las arterias (aterosclerosis), la hipertensión y la hipercolesterolemia, y reduce los niveles de colesterol HDL, lo que aumenta el riesgo cardiovascular. La diabetes de tipo 2 está estrechamente relacionada con la predisposición genética, pero existen numerosos factores que favorecen su aparición y no dependen de la transmisión genética. Entre ellos, juegan un papel decisivo factores como la obesidad o el sobrepeso, especialmente en la grasa abdominal, el sedentarismo y una dieta demasiado rica en grasas y pobre en fibra.
– SEDENTARISMO: la actividad física combinada con una dieta sana es la mejor herramienta para mantenerse sano y anticiparse a las enfermedades crónicas vinculadas a estilos de vida poco saludables, como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.
– SOBREPESO/PESO: el exceso de grasa es el enemigo de la salud en general y de la salud cardiovascular en particular. El aumento de peso incrementa el trabajo que tiene que hacer el corazón para bombear sangre a todo el cuerpo e influye negativamente, de diferentes maneras, en todos los demás factores de riesgo: diabetes, hipertensión, aumento de grasa en la sangre, etc.
Para evaluar el exceso de peso se utiliza el IMC, índice de masa corporal, que es la relación entre el peso expresado en kg y la estatura expresada en m2. Se considera que una persona tiene un peso normal si su IMC se sitúa entre 18,5 kg/m2 y 24,9 kg/m2.
La obesidad se define como la presencia de un exceso de grasa corporal en relación con la masa corporal magra (músculo), tanto en términos de cantidad absoluta (índice de masa corporal) como de distribución de la grasa en puntos concretos como la circunferencia abdominal. De hecho, el aumento de la circunferencia abdominal está estrechamente relacionado con la cantidad de tejido graso que se acumula en el abdomen (tejido adiposo visceral), siendo este último un factor de riesgo más importante que el mero aumento de peso corporal.
El síndrome metabólico está asociado al sobrepeso y la obesidad, y se caracteriza por una acumulación de grasa en el abdomen y una resistencia a la insulina (disminución de la capacidad de nuestras células, en particular las del tejido muscular y adiposo, para responder correctamente a la acción de la insulina y utilizar la glucosa como fuente de energía). Este estado general constituye un factor de riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares.
La mejor forma de calcular la probabilidad de sufrir un acontecimiento cardiovascular «grave» (es decir, un infarto de miocardio o un ictus) es poder evaluar el efecto combinado de varios factores de riesgo juntos. Esto es lo que se conoce como riesgo cardiovascular global absoluto y es el resultado de la conjunción de varios factores de riesgo.
Para ello, el Istituto Superiore di Sanità (ISS) ha creado y puesto a disposición del público las Fichas de Riesgo, que utilizan funciones matemáticas basadas en datos de estudios realizados en grandes grupos de población seguidos a lo largo del tiempo. Las fichas pueden utilizarse en sujetos de entre 40 y 69 años, que no hayan tenido eventos cardiovasculares previos, que no estén embarazadas y que no presenten valores extremos de tensión arterial y colesterolemia. Conociendo el sexo del individuo, la presencia o ausencia de diabetes y de hábito tabáquico, la edad, la tensión arterial sistólica y la colesterolemia, medidas según los criterios indicados por el ISS, mediante esta sencilla herramienta es posible estimar la probabilidad de sufrir un primer evento cardiovascular mayor (infarto de miocardio o ictus) en los próximos 10 años. El cálculo del riesgo cardiovascular global es muy útil para identificar el propio nivel de riesgo y adoptar las medidas preventivas adecuadas.
Es muy importante actuar en todos los frentes para proteger la salud cardiovascular
¿Qué podemos hacer?
- Dejar de fumar
- Reducir el exceso de peso y mantener un índice de masa corporal IMC <25 kg/m2
- Sigue una dieta sana:
- Para prevenir el aumento de la tensión arterial, la Organización Mundial de la Salud recomienda no consumir más de 5 gramos de sal de mesa al día, lo que corresponde aproximadamente a 2 gramos de sodio. Para hacerse una idea más clara, 5 gramos de sal equivalen a una cucharadita.
- Ejercicio: debe estimularse a las personas sedentarias para que realicen incluso una actividad física ligera. Para aumentar el volumen de oxígeno, debe realizarse una actividad aeróbica basada en el movimiento de las piernas, como caminar o correr. Deben realizarse al menos 30 minutos de actividad aeróbica al día, y al menos 150 minutos a la semana. Por otro lado, la actividad de fortalecimiento muscular debe realizarse dos o más días a la semana para mantener y aumentar la masa muscular magra con pesas, o con bandas elásticas, o con resistencia mecánica para aumentar el volumen y el número de nuestras mitocondrias (nuestros hornos para eliminar el exceso de grasa) contenidas en los músculos.
Conclusiones
Cada uno de nosotros debe hacerse cargo de su propio bienestar cardiovascular controlando los factores de riesgo, principalmente mediante una dieta sana y un estilo de vida correcto.
Cambiemos nuestro estilo de vida y protejamos nuestra salud cardiovascular integral.