Trastornos del sueño en las mujeres
El cuerpo necesita pausas y descanso para poder llevar a cabo actividades de recuperación, reparación y relajación. La falta de sueño puede provocar trastornos en la salud. Los primeros signos de la falta de un buen descanso son visibles, a nivel físico, con ojeras, piel opaca, párpados pesados y caídos, cansancio, y, a nivel comportamental, con un aumento de la ansiedad, irritabilidad y nerviosismo. Los trastornos del sueño, que se manifiestan con dificultad para conciliar el sueño, descansar bien o no dormir lo suficiente, son bastante comunes y pueden ocurrir a cualquier edad.
Además, el sueño constituye una parte esencial de la salud neurovegetativa y somática, emocional-afectiva y cognitiva. De hecho, durante el sueño, el cerebro sincroniza los biorritmos esenciales para la salud (presión arterial, frecuencia cardíaca, temperatura corporal, ritmo sueño-vigilia, biorritmos hormonales, pero también el tono muscular), optimizando sus valores y reduciendo los niveles de las hormonas de alerta, adrenalina y cortisol. En particular, en las mujeres en edad fértil, el sueño regula la circadianidad y los biorritmos endocrinos y neuroquímicos orientados a la reproducción. Además, el sueño contribuye al bienestar que alimenta el deseo de vivir, desempeñando una acción estabilizadora en la regulación del tono del ánimo, mejorando y reduciendo los niveles de ansiedad e irritabilidad.
A nivel cognitivo, especialmente durante la fase REM, el sueño transforma las huellas de memoria a corto plazo en huellas a largo plazo. Tiene un papel esencial en la recuperación de la fatiga y el desgaste del día, tanto a nivel metabólico como biológico y psíquico.
Idealmente, el sueño debería ocupar un tercio del día (una hora de sueño por cada dos horas de vigilia). Hoy en día, sin embargo, la cantidad de sueño se ha reducido en promedio una hora y media, con importantes repercusiones en la salud física y psíquica. Esto es particularmente cierto en las mujeres, que experimentan los cambios hormonales de la menopausia, pero también debido a los nuevos estilos de vida y condiciones ambientales o profesionales, lo que lleva a reducir las horas de sueño, que para muchas personas está por debajo del umbral crítico de las seis horas, lo que puede resultar en una privación crónica de sueño que puede convertirse en el detonante de trastornos somáticos e incluso enfermedades.
Trastornos del sueño durante el embarazo
Durante el embarazo, gracias a la acción sedante e hipnótica producida por los altos niveles de progesterona, por lo general se registra una mejora de la calidad del sueño, pero las situaciones estresantes (por ejemplo, problemas relacionados con el embarazo, conflictos con la pareja) pueden contrarrestar los efectos hormonales favorables.
Además, en el caso de ronquidos y apneas del sueño, pueden presentarse alteraciones en el descanso nocturno, trastornos que normalmente se presentan con mayor frecuencia en hombres, pero cuyo riesgo aumenta durante el embarazo.
En los últimos meses del embarazo, el sueño puede alterarse por los efectos secundarios derivados del aumento del tamaño del feto (aumento del número y la intensidad de los movimientos fetales, aumento de las ganas de orinar por la presión del útero sobre la vejiga) y del vientre (dificultad para encontrar posiciones cómodas).
En el posparto, los cambios hormonales y el cuidado del recién nacido conducen a una peor calidad del sueño.
Trastornos del sueño en menopausia
La menopausia es sin duda el período más crítico, tanto es así que el insomnio está reconocido como uno de los trastornos más habituales con impacto en el bienestar y la calidad de vida. Las fluctuaciones hormonales irregulares que caracterizan la perimenopausia y el déficit estrogénico de la posmenopausia conducen, de hecho, a una importante alteración de los biorritmos principales, lo que afecta la estructura del sueño. La acción directa de las hormonas sobre los centros del sueño está asociada al efecto indirecto provocado por los despertares nocturnos, a menudo recurrentes, muchas veces debido a los sofocos, que son típicos de este período.
También hay otro aspecto a considerar, el hecho de presentar otros trastornos o enfermedades al mismo tiempo (comorbilidad), que explicaría esta mayor incidencia del insomnio en la población femenina. De hecho, se asocia a otras patologías mucho más frecuentes en mujeres que en hombres, como los trastornos anímicos y el dolor crónico.
Otras alteraciones
Alteraciones del sueño y ciclo menstrual
Los trastornos del ritmo sueño-vigilia, especialmente en las mujeres que trabajan por turnos, podrían estar asociados con irregularidades menstruales y ciclos significativamente más largos. Estos últimos podrían indicar mayores irregularidades en la sincronización neuroendocrina que coordina la ovulación, con posibles anovulaciones o fases lúteas inadecuadas que pueden traducirse en una fertilidad reducida o alteraciones en la sexualidad.
Alteraciones del sueño y sexualidad
Las implicaciones del sueño para la vida sexual son dobles: por un lado, las consecuencias de la privación crónica de sueño sobre la reducción de la energía vital, la disminución del tono del ánimo y el aumento de la irritabilidad; por otro lado, la repercusión sobre el deseo y la excitación mental, lo que ralentiza el circuito de la funcionalidad sexual.
Alteraciones del sueño, alteración de los biorritmos endocrinos y riesgos oncológicos
Un aspecto crítico de la alteración del sueño es el posible riesgo oncológico. Se están llevando a cabo estudios para determinar si la alteración de los ritmos circadianos normales puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer. Las personas que trabajan en turnos nocturnos pueden tener alterados los niveles nocturnos de melatonina y los perfiles de las hormonas reproductivas, lo que podría aumentar el riesgo de enfermedades relacionadas con las hormonas, como el cáncer de mama y de colon.
Fuente: A. Graziottin, Disturbi del sonno e salute della donna, Rivista della Società Italiana di Medicina Generale, 5 Octubre 2009.