El sol es necesario para la producción de vitamina D, que es esencial para la absorción
de calcio en los huesos y para fortalecer el sistema inmunológico. Es suficiente una exposición al aire libre de 10-15 minutos cada dos días para permitir que nuestro cuerpo produzca la cantidad necesaria de vitamina D.
El sol también es bueno para el estado de ánimo porque estimula la producción de serotonina, un neurotransmisor conocido también como “hormona del buen humor”.
No obstante, si no se toma el sol con las debidas precauciones puede tener efectos nocivos en la piel debido a la radiación solar.
Los rayos UVA + UVB + IR pueden inducir un daño biológico silencioso que tiende a acumularse mostrando sus efectos años después.
A corto plazo:
A largo plazo: fotoenvejecimiento de la piel (imperfecciones, arrugas profundas, pérdida de tono y elasticidad) y fotocarcinogénesis
(queratosis solar y tumores de la piel).
Revisa periódicamente tus lunares: asimetría, bordes irregulares, color oscuro o desigual, diámetro mayor a 6 mm, evolución con cambio de color, forma y relieve. Si notas cambios en uno o más parámetros, consulta a tu dermatólogo.
Consejos para una correcta exposición solar:
El fototipo es el conjunto de características físicas individuales (origen étnico, color de ojos y cabello, facilidad de bronceado). Pertenecer a un fototipo particular significa menos o más melanina, por lo tanto, menos o más protección fisiológica contra la luz solar.
En función del comportamiento de la piel frente a la radiación ultravioleta podemos clasificar seis grados denominados fototipos, cada uno de ellos con unas características determinadas:
Las vacaciones y el calor hacen que la rutina en nuestra alimentación se vea alterada y que haya excesos y desequilibrios que pueden provocar molestias gastrointestinales. Además, el exceso de calor puede inducir problemas de deshidratación y/o pérdida de electrolitos: por eso es muy importante mantenerse hidratado en verano.
La pérdida de líquidos y, por tanto, de minerales, como, por ejemplo, el magnesio y el potasio, puede provocar cansancio, debilidad y agotamiento: para ello puede ser útil una correcta y equilibrada integración de estos minerales para ayudar a restablecer un correcto equilibrio hidrosalino, reduciendo el cansancio y la fatiga.
Es importante que tengas en cuenta una serie de consejos para evitar posibles alteraciones gastrointestinales relacionados con la dieta, así como problemas de deshidratación y/o pérdida de electrolitos producidos por un exceso de calor, ya que mantenerse hidratado en verano es aún más importante si cabe que el resto del año.
Bebe entre 2 – 2,5 litros de agua a lo largo del día. Si la hidratación es insuficiente, es cuando aparecen síntomas como la boca seca, el cansancio, pocas ganas de orinar, o especialmente durante el verano, es probable acabar padeciendo un golpe de calor con síntomas como sudoración excesiva, mareos, náuseas, junto a un estado de confusión y desorientación.
Presta atención a las situaciones que pueden favorecer la deshidratación: calor y sequedad ambiental elevados, fiebre, diarrea, vómitos, etc.
Atiende a los síntomas de deshidratación como sed, sequedad de mucosas y piel o disminución de la cantidad de orina. No deberías esperar a sentir sed para saber si estás bebiendo suficiente agua, ya que puede ser que no sientas sed hasta haber perdido bastante líquido, por eso, es importante beber agua durante todo el día de manera constante y no de forma repentina.
Rehidrátate con agua y con otras bebidas que aporten sales minerales como sodio, magnesio y/o potasio y, con azúcares de absorción rápida ya que facilitan una mejor rehidratación.
Si vas a realizar ejercicio físico conviene hidratarse antes, durante y después del esfuerzo realizado. Evita realizar ejercicio en las horas centrales del día cuando más calor suele hacer.
Sigue una dieta variada y equilibrada, rica en frutas y verduras frescas de temporada.
Limita el consumo de bebidas alcohólicas, ya que el alcohol aumenta la frecuencia de orinar y la pérdida excesiva de líquidos. Además, el consumo de cantidad de alcohol en poco tiempo puede provocar el llamado síndrome del corazón en vacaciones, provocando una aceleración del ritmo cardiaco.
Consulta con tu médico o farmacéutico la medicación que tomas por si pudiera afectar a tu estado de hidratación. Por ejemplo, las personas que toman antihipertensivos son más vulnerables a sufrir deshidratación. Mareos, bajada de tensión y mayor facilidad para tener posteriormente piedras de riñón, manifestaciones serias de una deshidratación.
Un golpe de calor es una situación en la que la temperatura corporal supera los 40ºC, ya que nuestro organismo pierde la capacidad de regular la temperatura. Los síntomas más habituales son dolor de cabeza, mareos, náuseas y vómitos, y posteriormente pueden aparecer calambres, convulsiones y desorientación. Es importante conocer bien estos síntomas para poder reaccionar a tiempo y de manera adecuada, ya que puede tratarse de una situación grave, especialmente en personas mayores y niños pequeños.
Es por esto, que es importante seguir todos los consejos de hidratación comentados anteriormente, además de evitar realizar ejercicio físico al exterior en las horas más calurosas, evitar permanecer en automóviles cerrados y procurar mantener la casa fresca. Lo más importante es la prevención, pero en el caso de padecer un golpe de calor es importante enfriar al afectado, intentando bajar la temperatura corporal con agua fría o hielo mientras se espera la llegada de los servicios médicos. Si la persona está consciente se puede ofrecer beber agua.
No lo debemos confundir con un corte de digestión, otro problema de salud también frecuente durante el verano.
El corte de digestión, o también denominado hidrocución, se produce por un cambio brusco de temperatura, por ejemplo, al entrar de manera precipitada en agua fría. El choque de temperaturas entre el cuerpo y el agua provocan una reacción de estrechamiento de los vasos sanguíneos, por lo que puede afectar a la frecuencia cardíaca, y fluye menos sangre al cerebro pudiendo llegar a ocasionar pérdida de conocimiento y desmayo. El gran peligro de perder la conciencia en el agua es que puede haber también peligro de ahogamiento. No obstante, la hidrocución no ocurre sólo en contacto con el agua, sino que también puede producirse ante otras situaciones como al hacer ejercicio físico intenso después de una comida.
Se denomina popularmente como “corte de digestión”, pero hay que tener en cuenta que no está relacionado con el sistema digestivo. Aunque pueda ocurrir después de comer comidas muy copiosas, la mayor incidencia de casos es debida a personas que se bañan tras haber realizado ejercicio físico o haber tomado el sol durante muchas horas.
Es importante evitar bañarte después de estar mucho tiempo al sol o después de realizar una actividad física intensa. Descansa antes en la sombra e hidrátate para volver a una temperatura óptima. También debes evitar beber líquidos demasiado fríos justo después de haber realizado ejercicio físico intenso.
Ya sea antes, como después de comer, especialmente durante estos días tan calurosos, es recomendable bañarse de manera lenta y progresiva o, por ejemplo, podemos mojar progresivamente nuestro cuerpo antes de sumergirlo para evitar consecuencias. También se recomienda no realizar comidas copiosas o abundantes justo antes del baño.
En el período estival, y en particular durante los viajes, el estrés de los preparativos, los cambios de temperatura y de humedad, ir al baño fuera de casa y los cambios de la dieta habitual y de los ritmos de vida, pueden comprometer el equilibrio de la flora intestinal provocando síntomas gastrointestinales como estreñimiento, diarrea e hinchazón. Los probióticos, prebióticos y polifenoles tienen un papel importante en reequilibrar la relación flora-intestino.
Seguir con los mismos hábitos que tenemos durante el resto del año puede ayudar a prevenir el estreñimiento, así como una alimentación equilibrada, practicar ejercicio de manera regular y beber agua de manera habitual.
Las elevadas temperaturas son el factor causal más importante en el caso de la diarrea. El calor acelera la descomposición de los alimentos que están a temperatura ambiente y, de hecho, las infecciones que desencadenan las diarreas pueden deberse en gran parte al hecho de comer alimentos en mal estado: alimentos crudos no lavados correctamente, mal cocinados, no conservados adecuadamente en el frigorífico, o por el hecho de manipular alimentos con las manos sucias.
También es muy frecuente durante el verano la diarrea del viajero, especialmente cuando se viaja a países en vías de desarrollo o subdesarrollados, en los que es frecuente que el agua esté contaminada y se utilice para lavar o cocinar los alimentos. De hecho, en estos países se recomienda beber únicamente agua embotellada, abierta delante de uno mismo, y evitar el consumo de vegetales crudos.
Para la diarrea pueden ser útiles sustancias naturales ricas en taninos como Tormentilla y Agrimonia.
En verano más que nunca solemos tener comidas copiosas como parte de celebraciones, vacaciones, reuniones familiares o con amigos, entre otras. Y es tras estas cuando con mayor frecuencia ocurre un malestar estomacal y la acidez.
Para que puedas disfrutar de un merecido descanso sin acidez ni reflujo te proporcionamos algunos consejos para el buen funcionamiento del estómago:
· Evita comidas muy copiosas y cargadas de alimentos de mala calidad, especialmente por la noche.
· Prioriza en tu dieta la ingesta de alimentos que neutralizan la acidez como cereales, frutas y verduras diversas, legumbres bien cocidas que tienen un pH alcalino, así como huevos, lácteos y pescados y en menor medida carnes blancas.
· Evita acostarte justo después de las comidas. Es mejor hacerlo pasadas una o dos horas. Esto favorece que al momento de ponernos en posición horizontal ya estén los alimentos digeridos y así, el ácido tiene menos probabilidades de alcanzar el esófago y ocasionar acidez.
· Realiza cocciones sencillas.
· Sería recomendable evitar frituras, salsas, platos muy salados o con azúcares en grandes proporciones, y también todo lo que sea rico en grasas y ácido tales como bollos, pasteles, snacks comerciales o fiambres y embutidos.
· Limita el consumo de platos muy picantes o especiados, bebidas excitantes como el café, bebidas azucaradas y/o con gas.
· Evita el hábito de fumar y el consumo de alcohol pues ambos son irritantes de la mucosa gástrica y pueden acentuar o incluso originar la acidez.
· Bebe agua poco a poco con regularidad, ya que evita la sensación de quemazón.
En caso de acidez o reflujo pueden resultar útiles sustancias naturales a base de componentes polisacarídicos y minerales que contribuyan a proteger el estómago frente a los daños que puede producir el ácido gástrico.
Los trastornos del tracto urinario pueden acentuarse durante el verano por diversas razones:
Para prevenir estos problemas es importante:
Las heridas son las lesiones más frecuentes. Son daños causados por accidentes, caídas, golpes y quemaduras y, ocurren con frecuencia en el hogar, en el deporte o en el tiempo libre.
Se pueden producir en cualquier área exterior del cuerpo (piel, ojos) o en superficies mucosas accesibles desde el exterior (boca, fosas nasales, conducto auditivo, faringe, etc.) y normalmente son provocadas por agentes externos.
En caso de una herida provocada por una quemadura, después del contacto directo con un agente térmico, como el fuego o un objeto incandescente, es importante:
En caso de dolor o picor es importante consultarlo con el médico o farmacéutico para que puedan revisar la herida o la quemadura y realizar un asesoramiento más adecuado.
En el período estival son frecuentes las picaduras de animales marinos y de insectos.
Las medusas provocan lesiones en la piel cuando entramos en contacto con sus tentáculos o filamentos, pueden picar en cualquier parte del cuerpo. Las picaduras se producen con mayor frecuencia al contactar accidentalmente con ellas durante un baño en el mar, a pesar de que el contacto se puede producir también con medusas ya muertas o con restos de ellas al ser pisadas o tocadas con las manos.
Lo primero que hay que hacer en caso de picadura de medusa es:
En caso de que la herida persista, presente dolor o empeoren los síntomas es importante consultar con el médico o farmacéutico para un mejor asesoramiento.
En caso de picadura de un mosquito, la zona afectada se presenta con una roncha de dimensiones variables y el área alrededor de la picadura suele picar. La lesión suele curarse espontáneamente en unas horas o como máximo en unos días sin ninguna consecuencia. Puede ser útil aplicar hielo para reducir la inflamación y calmar el picor, sin necesidad de una limpieza previa.
En las picaduras de avispa y abeja se percibe dolor y ardor instantáneo, seguido de la aparición de una roncha de tamaño variable. Las abejas pierden el aguijón cuando pican, por lo que es frecuente encontrarlo en la herida. En las personas que no son sensibles al veneno, la picadura provoca malestar local descrito que suele mejorar en unas pocas horas. Lo primero que hay que hacer es retirar el aguijón (si se trata de una picadura de abeja), limpiar la herida con agua o solución fisiológica y aplicar hielo o una gasa empapada en agua fría para disminuir la inflamación y el dolor.
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