Cuándo hablar con el médico
El diagnóstico de la Apnea Obstructiva del Sueño (OSA, por sus siglas en inglés) en adultos se establece mediante un examen instrumental nocturno que registre al menos 15 apneas por hora de sueño (índice apnea-hipopnea, AHI por sus siglas en inglés), independientemente de otros signos o síntomas o de condiciones médicas o psiquiátricas, o al menos 5 apneas por hora, pero asociadas con síntomas particulares (ronquido, somnolencia excesiva durante el día, fatiga, insomnio, apneas observadas, trastornos respiratorios nocturnos) o con condiciones como hipertensión arterial, enfermedad coronaria, fibrilación auricular, insuficiencia cardíaca crónica, accidente cerebrovascular, diabetes, disfunciones cognitivas o trastornos del ánimo.
En pacientes con síndrome de apnea obstructiva del sueño, dependiendo de la gravedad de la condición (que depende de la duración de la apnea y la consecuente disminución de la oxigenación sanguínea), el sueño también se ve fragmentado debido a breves despertares parciales de los que el paciente generalmente no es consciente.
La OSA tiene importantes consecuencias, siendo la más destacada la somnolencia diurna con ataques de sueño más o menos frecuentes (aproximadamente el 20%-30% de los sujetos con OSA). La reducida calidad del sueño se asocia con alteraciones en el rendimiento, disminución de la concentración, irritabilidad, hasta llegar en los casos más graves a un verdadero enlentecimiento psicomotor.
Todo esto tiene un impacto muy negativo en la calidad de vida del paciente, pero lo peor es que las apneas durante el sueño aumentan la probabilidad de aparición de graves problemas clínicos como hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, infarto y arritmias cardíacas. Se han encontrado apneas obstructivas del sueño de nivel moderado o grave en la edad adulta (aunque su frecuencia aumenta con la edad) en aproximadamente 1 de cada 4 mujeres y 1 de cada 2 hombres. Las formas menos graves son aún más frecuentes, y se recuerda que el riesgo de desarrollar la enfermedad aumenta después de la menopausia.
La presencia de la asociación con somnolencia excesiva durante el día se encuentra en 1 de cada 3 a 5 personas afectadas por la patología. El ronquido y la somnolencia diurna son los dos síntomas que más frecuentemente llevan al paciente a consultar al médico.
Síntomas Nocturnos
- Ronquidos
- Pausas respiratorias
- Sueño fragmentado con frecuentes despertares o movimientos del cuerpo
- Despertares con sensación de asfixia o jadeo
- Despertares con sensación de boca seca
- Necesidad de orinar
- Sudoración
Síntomas Diurnos
- Alteraciones psíquicas (déficit de atención, de memoria y dificultad de concentración)
- Excesiva somnolencia diurna
- Sensación de fatiga
- Cefalea al despertar
- Trastornos del ánimo (irritabilidad/agresividad)
- Disfunciones sexuales (reducción de la libido y déficit eréctil)
- Reducción de la habilidad en la realización de actividades manuales
Las mujeres generalmente refieren síntomas como insomnio, palpitaciones y hinchazón en las piernas, más que el ronquido. Las apneas en el sueño tienen una génesis multifactorial, ya que son causadas por varios factores concurrentes, pero la obesidad es uno de los principales factores predisponentes, junto con alteraciones en las vías respiratorias superiores que provocan una reducción en el calibre de la garganta (aumento de volumen de la lengua, adenoides, amígdalas, úvula y paladar blando), anomalías en el esqueleto facial (en particular de la mandíbula: micro y retrognatia) y del cuello (circunferencia superior a 43 cm en los hombres, 41 cm en las mujeres) y algunas enfermedades endocrinas como el hipotiroidismo y la acromegalia. En cualquier caso, el riesgo de OSA aumenta con el aumento de peso.
OSA: ¿Qué tratamiento?
El tratamiento de las apneas nocturnas puede contar con varias alternativas que se utilizan de forma individual o combinadas entre sí. El objetivo principal es resolver las apneas respiratorias durante el sueño para bloquear las consecuencias negativas en el organismo. Casi siempre, se trata de un tratamiento complejo, ya que deben tratarse tanto las posibles causas (como el sobrepeso principalmente) como las enfermedades concomitantes (cardiovasculares, respiratorias, endocrinas, etc.).
Los especialistas pueden recomendar el tratamiento de las condiciones que afectan el funcionamiento de las vías respiratorias superiores durante el sueño (en la nariz, boca, garganta). A veces, puede ser necesario recurrir a dispositivos que, mediante mascarillas nasales, favorecen una buena respiración (CPAP), impidiendo la apnea nocturna y, por lo tanto, manteniendo una buena oxigenación sanguínea con una mejora drástica de las condiciones patológicas asociadas. Como ya se mencionó, el tratamiento de la obesidad, que a menudo está presente, es fundamental, y esto puede lograrse mediante enfoques conductuales, dietéticos o incluso quirúrgicos (cirugía bariátrica).