Con el objetivo de pasar un verano seguro, tanto de vacaciones como en casa, es importante considerar las posibles incomodidades o eventos que pueden surgir durante la temporada calurosa y los consejos prácticos para enfrentarlos, en caso de que se presenten.
PROTECCIÓN SOLAR Y QUEMADURAS SOLARES
El sol es necesario para la producción de vitamina D, fundamental para la absorción del calcio en los huesos, y para fortalecer el sistema inmunológico.
Basta con una exposición al aire libre de 15-20 minutos cada dos días para que nuestro organismo produzca la cantidad necesaria de vitamina D. El sol también es beneficioso para el estado de ánimo, ya que estimula la producción de serotonina, un neurotransmisor conocido como la “hormona de la felicidad”.
Consejos para una correcta exposición al sol:
- Aplicar protector solar sobre la piel seca en cantidad adecuada (para un adulto, aproximadamente 30-35 gramos de producto, que equivale al tamaño de una pelota de golf por cada aplicación), al menos 30-40 minutos antes de la exposición y antes de ponerse el traje de baño, para proteger también las áreas cercanas al borde del traje de baño. Reaplicar cada dos horas o cada media hora si se baña o suda excesivamente.
- Evitar la exposición solar en las horas centrales del día (11:00-15:00).
- Para una protección adicional, usar ropa, sombrero y gafas.
- Evitar la exposición directa al sol en bebés y niños pequeños.
- Protégerse también en días nublados o cuando se permanece a la sombra, ya que las superficies reflejan las radiaciones ultravioleta.
- Después de la exposición al sol, aplicar productos después del sol para calmar e hidratar la piel.
¡Atención a los riesgos!
Si no se toman las precauciones adecuadas, el sol puede tener efectos dañinos sobre la piel:
A corto plazo: quemaduras solares, eritema, manchas, melasma (máscara del embarazo), acentuación de la vitiligo, herpes labial y fotosensibilidad.
A largo plazo: fotoenvejecimiento de la piel (con la aparición de manchas, arrugas profundas, pérdida de tono y elasticidad de la piel) y fotocarcinogénesis (queratosis actínica y cáncer de piel).
Controla periódicamente tus lunares, prestando atención a características como: asimetría, bordes irregulares, color oscuro o no uniforme, diámetro superior a 6 mm, evolución con cambios en color, forma y relieve. Si notas variaciones en uno o más parámetros, consulta a un dermatólogo.
¿Qué fototipo eres y qué protección debes utilizar?
En 2006, la “Recomendación sobre la eficacia de los productos de protección solar y sus indicaciones”, emitida por la Comisión Europea, estableció que los productos solares deben proteger tanto de los rayos UVB como de los UVA. Los productos que cumplen con esta recomendación son fácilmente identificables porque en la etiqueta aparece el símbolo de un círculo con la sigla UVA.
Además, no se pueden usar (en la etiqueta, en el envase o en el recipiente) términos como “pantalla total” o “protección total”, que implican una protección del 100% contra los rayos UV, ni “prevención todo el día”, que hacen pensar que no es necesario volver a aplicar el producto.
Otro aspecto clave a tener en cuenta al elegir un protector solar es el SPF (Factor de Protección Solar), que mide la capacidad del producto para proteger contra los rayos UVB y debe indicarse en la etiqueta bajo categorías como “baja”, “media”, “alta” y “muy alta”. Cuanto mayor sea el SPF, mayor será el porcentaje de rayos solares filtrados y la protección garantizada para la piel.
La Recomendación de la Comisión Europea sobre la eficacia de los productos de protección solar ha sugerido simplificar los números utilizados para indicar el factor de protección solar, clasificándolos según las siguientes categorías:
- Protección baja: SPF 6, 10
- Protección media: SPF 15, 20, 25
- Protección alta: SPF 30, 50
- Protección muy alta: SPF 50+
Para saber elegir el factor de protección adecuado, es necesario conocer tu fototipo. El fototipo es el conjunto de características físicas individuales (etnia, color de los ojos y el cabello, facilidad para broncearse). Pertenecer a un fototipo determinado (de I a VI) significa tener más o menos melanina, por lo tanto, una mayor o menor protección natural contra los rayos solares.
- Fototipo I: Cabello rubio-rojizo y piel blanco-lechosa o muy clara con pecas. Ojos claros. Muy sensible, puede desarrollar eritemas. Protección muy alta (SPF 50+).
- Fototipo II: Cabello rubio dorado hasta castaño claro. Piel clara y ojos claros. Muy sensible, tiende a quemarse fácilmente. Protección alta (SPF 30-50).
- Fototipo III: Cabello oscuro y piel normal. Sensible, a veces se quema. Protección media-alta.
- Fototipo IV: Cabello oscuro y piel tendente al oscurecimiento. Moderadamente sensible, rara vez se quema. Protección media (SPF 15, 20, o 25).
- Fototipo V: Cabello oscuro y piel morena/oliva. Ojos oscuros. Poco sensible, rara vez se quema. Protección baja (SPF 6 o 10).
- Fototipo VI: Cabello oscuro y piel oscura. Ojos oscuros. Insensible, nunca se quema. Protección baja.
Si el protector solar ya ha sido abierto y conservado correctamente según las indicaciones en la etiqueta, recuerda siempre revisar el PAO (símbolo del tarro abierto) en la etiqueta, que indica durante cuántos meses después de la apertura el producto mantiene sus características de funcionalidad y seguridad. En los sprays en aerosol no aparece el PAO porque no hay una fase de apertura real para este tipo de envase.
ALIMENTACIÓN E HIDRATACIÓN
Las vacaciones y el calor alteran nuestra rutina alimentaria, con excesos y desequilibrios que pueden provocar trastornos gastrointestinales. Además, el calor excesivo puede inducir problemas de deshidratación y/o pérdida de electrolitos (minerales), por lo que mantenerse hidratado en verano es muy importante.
Consejos útiles:
- Beber entre 2 y 2,5 litros de agua al día.
- Prestar atención a situaciones que pueden favorecer la deshidratación (calor intenso, sequedad ambiental, diarrea y vómitos, etc.).
- Prestar atención a los síntomas típicos de deshidratación como sed, mucosas y piel secas, reducción de la cantidad de orina.
- Rehidratarse con agua u otras bebidas que aporten minerales como sodio, magnesio o potasio y con azúcares de absorción rápida.
- Seguir una alimentación variada y equilibrada, rica en frutas y verduras frescas de temporada.
- Limitar el consumo de alcohol.
DISBIOSIS
En verano, y especialmente durante los viajes, el estrés de los preparativos, los cambios en los ritmos de vida y la alimentación habitual, las variaciones de temperatura y humedad, la lejanía del baño de casa y las costumbres normales, pueden alterar el equilibrio de la flora intestinal, provocando síntomas gastrointestinales como estreñimiento, diarrea y distensión abdominal.
Los probióticos, prebióticos (principalmente fibras) y polifenoles (sustancias naturales con una notable actividad antioxidante) representan un enfoque eubiótico para equilibrar la relación flora-intestino, actuando sobre diversos aspectos, incluido el microambiente en el que la flora intestinal vive. Para la diarrea pueden ser útiles sustancias naturales ricas en taninos como la tormentila y la agrimonia, mientras que el ruibarbo, el tamarindo y la sena pueden ayudar a equilibrar el tránsito intestinal lento.
ACIDEZ Y REFLUJO
A continuación, algunos consejos para prevenir la acidez y el reflujo, que pueden afectar negativamente a las vacaciones:
- Evitar comidas muy abundantes, especialmente las que contienen grasas, fritos y productos picantes, que favorecen la acidez estomacal.
- Comer varias veces al día en pequeñas cantidades, evitando una gran cantidad de alimentos en una sola ingesta.
- No acostarse inmediatamente después de comer. Lo ideal es esperar al menos 2-3 horas.
- Elevar la cabecera de la cama si se padece reflujo gastroesofágico, ya que esto ayuda a evitar que el ácido del estómago suba hacia el esófago mientras se duerme.
- Evitar bebidas carbonatadas, café, alcohol y el tabaco, ya que pueden empeorar los síntomas.
CUIDADOS EN PISCINAS Y PLAYAS
El verano es la época perfecta para disfrutar de las piscinas y las playas, pero también es importante tomar precauciones para evitar infecciones y problemas dermatológicos.
- Piscinas: Asegúrate de que las piscinas estén correctamente desinfectadas y tratadas. Si sufres de piel sensible, es recomendable ducharse antes de entrar al agua y aplicar una crema hidratante después de nadar.
- Playas: Al igual que en las piscinas, se recomienda ducharse después de nadar en el mar para eliminar el salitre y evitar que la piel se reseque o irritada. Además, si tienes piel sensible o alguna herida, es preferible evitar el contacto con agua salada.
PIELES SENSIBLES Y PROBLEMAS CUTÁNEOS
Las altas temperaturas, el sudor y el contacto constante con el sol pueden desencadenar brotes de acné, rosácea, eczema u otras afecciones cutáneas. Para prevenirlo:
- Mantener una rutina de limpieza adecuada para eliminar el exceso de sudor y las impurezas de la piel.
- Evitar el uso de cosméticos que obstruyan los poros. Opta por productos no comedogénicos.
- Usar productos hidratantes y calmantes adecuados para tu tipo de piel, con ingredientes como aloe vera, manzanilla o ácido hialurónico.
LESIONES POR ACTIVIDADES FÍSICAS
Con el calor y la mayor actividad física durante las vacaciones, las lesiones como esguinces, distensiones musculares o caídas pueden ocurrir. Para evitar estas lesiones:
- Realiza un calentamiento adecuado antes de cualquier actividad deportiva.
- Hidrátate bien durante el ejercicio, especialmente en ambientes calurosos.
- Usa calzado adecuado para cada actividad, como sandalias deportivas para caminar por la playa o zapatillas cómodas para actividades de mayor intensidad.
CONCLUSIONES
El verano es una temporada maravillosa para disfrutar, pero también requiere cuidados y precauciones. Mantenerse protegido del sol, mantenerse bien hidratado, seguir una alimentación equilibrada y estar atento a posibles molestias cutáneas o digestivas son claves para disfrutar de unas vacaciones saludables y seguras.